Decir, ensaya con la posibilidad única que supone tener la palabra y el tiempo, creando una convivencia casi perfecta entre los conceptos, que permite reflexionar sobre la vida y la condición humana.
Decir
Por: Gabriel Ayala
Después
de tanto tiempo, después que el tiempo ha traspasado, nos ha traspasado,
atendemos con cautela el motivo de las sensaciones que nos dejan las vivencias.
Sí, vivencias, allá las mentes simplonas que creen que asistir a la vida es:
una “experiencia”.
Y
aquí recae el mayor de nuestros problemas, en el apocalíptico mundo conceptual,
pasamos de un éxodo a otro, pero esa transición es la que no sabemos cómo
definir y sencillamente profesamos ‘algo’, que no es precisamente lo que
queríamos decir.
Partiendo
de esas premisas asumo mi responsabilidad, en función de los conceptos mal
aplicados hace ya casi dos años, me asumo como culpable y único responsable de
haber dicho ‘cosas’ que jamás debí siquiera mencionarlas por respeto a las
palabras. Quizá fue mi falta de creatividad la que me obligó a decir lo que
dije, o quizá fue el momento, quizá… estuve algo obnubilado por el momento, una
especie de espejismo, o un canto de sirena.
Y
el tiempo pasa, y nosotros estamos enrevesados en él, penetrados por su forma,
y es en ese encuentro cultural con él, es que el tiempo entra hasta el fondo;
como lo diría Octavio Paz en su “Laberinto de la soledad” lloramos nuestra
identidad.
Y
si juntásemos estos momentos: tiempo y palabra, estaríamos frente a la explicación,
una de las tantas, una de las mejor pensadas creo yo, el ser. Heidegger es
bueno acercándose al hecho de pensar el tiempo, el cruce que existe con la
palabra. No hizo mal al decir que el ser habita en la palabra.
Ahora
me siento como la Pizarnik cuando el verso no le llegaba y nació su obra
“Palabras”, quizá sea por el despojo que me deja la ausencia conceptual, no de
la partida del espejismo, no, no; más bien de la carencia de una palabra
precisa para redefinir donde mismo es que estamos, donde mismo es que nos
ubicamos, después de estos sangrientos casi dos años.
Somos
como harapientos mendigos que salimos en busca de la palabra precisa, para
decirla en el momento adecuado, pero siempre estamos yéndonos, y creo que ahí
recae el problema, en la salida. Las salidas nos marcan tanto o más que las
entradas. No lo sé…
Una
última aclaración por si es que aún no se han dado cuenta los músicos, los
pintores, y todo aquel que se siente con la capacidad creadora o redentora de
la realidad. TODO LO QUE HAY ESTÁ HECHO DE PALABRAS, TODO…
Ese
es mi deber conciliar mi sueño, con la palabra liberadora, que nos lleve al
siguiente momento donde pueda respirar al tiempo sin conflictos, y dejemos de
estar fluctuantes en él, penetrados por él. Saliendo, siempre saliendo,
errantes por el mundo de los conceptos…
La literatura es el mejor recursos para resolver los problemas del yo interior. Me agrada la iniciativa porque podemos leer literatura no oficial y joven,
ResponderBorrarel autor parece ser critico con su propia subjetividad, interesante.
ResponderBorrarinteresante el como por medio de varias conexiones entre textos con la mente del escritor pueden decirse tantas cosas que a veces por verguenza, pudor o simple apatia no se puede hacer... buena forma de sacarlo
ResponderBorrarEl contenido del blog está interesante, felicitaciones, continuaré visitando. La palabra escrita es siempre buena consejera.
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