25 dic 2013

Ensayo


Decir, ensaya con la posibilidad única que supone tener la palabra y el tiempo, creando una convivencia casi perfecta entre los conceptos, que permite reflexionar sobre la vida y la condición humana. 



Decir
Por: Gabriel Ayala 

Después de tanto tiempo, después que el tiempo ha traspasado, nos ha traspasado, atendemos con cautela el motivo de las sensaciones que nos dejan las vivencias. Sí, vivencias, allá las mentes simplonas que creen que asistir a la vida es: una “experiencia”.
Y aquí recae el mayor de nuestros problemas, en el apocalíptico mundo conceptual, pasamos de un éxodo a otro, pero esa transición es la que no sabemos cómo definir y sencillamente profesamos ‘algo’, que no es precisamente lo que queríamos decir.
Partiendo de esas premisas asumo mi responsabilidad, en función de los conceptos mal aplicados hace ya casi dos años, me asumo como culpable y único responsable de haber dicho ‘cosas’ que jamás debí siquiera mencionarlas por respeto a las palabras. Quizá fue mi falta de creatividad la que me obligó a decir lo que dije, o quizá fue el momento, quizá… estuve algo obnubilado por el momento, una especie de espejismo, o un canto de sirena.
Y el tiempo pasa, y nosotros estamos enrevesados en él, penetrados por su forma, y es en ese encuentro cultural con él, es que el tiempo entra hasta el fondo; como lo diría Octavio Paz en su “Laberinto de la soledad” lloramos nuestra identidad.
Y si juntásemos estos momentos: tiempo y palabra, estaríamos frente a la explicación, una de las tantas, una de las mejor pensadas creo yo, el ser. Heidegger es bueno acercándose al hecho de pensar el tiempo, el cruce que existe con la palabra. No hizo mal al decir que el ser habita en la palabra.
Ahora me siento como la Pizarnik cuando el verso no le llegaba y nació su obra “Palabras”, quizá sea por el despojo que me deja la ausencia conceptual, no de la partida del espejismo, no, no; más bien de la carencia de una palabra precisa para redefinir donde mismo es que estamos, donde mismo es que nos ubicamos, después de estos sangrientos casi dos años.
Somos como harapientos mendigos que salimos en busca de la palabra precisa, para decirla en el momento adecuado, pero siempre estamos yéndonos, y creo que ahí recae el problema, en la salida. Las salidas nos marcan tanto o más que las entradas. No lo sé…
Una última aclaración por si es que aún no se han dado cuenta los músicos, los pintores, y todo aquel que se siente con la capacidad creadora o redentora de la realidad. TODO LO QUE HAY ESTÁ HECHO DE PALABRAS, TODO…
Ese es mi deber conciliar mi sueño, con la palabra liberadora, que nos lleve al siguiente momento donde pueda respirar al tiempo sin conflictos, y dejemos de estar fluctuantes en él, penetrados por él. Saliendo, siempre saliendo, errantes por el mundo de los conceptos…

4 comentarios:

  1. La literatura es el mejor recursos para resolver los problemas del yo interior. Me agrada la iniciativa porque podemos leer literatura no oficial y joven,

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  2. el autor parece ser critico con su propia subjetividad, interesante.

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  3. interesante el como por medio de varias conexiones entre textos con la mente del escritor pueden decirse tantas cosas que a veces por verguenza, pudor o simple apatia no se puede hacer... buena forma de sacarlo

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  4. El contenido del blog está interesante, felicitaciones, continuaré visitando. La palabra escrita es siempre buena consejera.

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