25 dic 2013

Cuento


Es necesario ingresar  en el  mundo de las mentes intranquilas, de las paranoias del corazón humano, de la  fragilidad del espíritu.

MOREZ 
 Por: Carlos Puga 


Tok, tok, tok, tres segundos exactos tardo su sangre en llegar a mis pies. Ese maldito reloj siempre me ha ayudado a llevar la cuenta, siempre gritando con el segundero el tiempo que pierdo. Recuerdo que llegó aquí cuando yo tenía solo cinco años. Mientras lo acomodaban en la sala mi madre decía – Que hermoso Morez-

Me acerqué con mucho cuidado, lo admiré un buen rato. Era el doble de mi tamaño con una figura parecida a la de mi tía, con la cabeza cuadrada y las enormes caderas. Mientras mi madre colocaba la hora en el reloj empezó a mover su enorme segundero, tok, tok, tok, cada segundo perforaba mas en mi cabeza, tok, tok, vi como oscilaba, tok, tok, no podía pensar en nada, me encontraba hipnotizado, tok, tok, mi mano se extiendo temerosa a tocarlo, tok, tok, y con un golpe en mis manos mi madre me detuvo.
A partir de ese día mi vida cambio por completo, en mi casa lo primero y lo último que escuchaba en el día era ese sonido, me dijeron que me acostumbraría, pero en lo único que podía pensar era en el sonido del tiempo que se escaba, cada vez que no hacia algo lo escuchaba, incluso dentro de mi cabeza. 

Esto me llevo a ser muy métrico en mis tiempos, era como si un reloj se había apoderado de mi, tenía el sonido exacto por segundo, sabía que podía dar dos pasos y un cuarto en un segundo, podía llegar a la calle desde mi cuarto en veintitrés segundos, diecinueve si no acaricio a mi perro.
Maldito tiempo, siempre corriendo sin detenerte, no puedo parar no perderé tres segundos más, son cruciales en este momento.
Mierda ya empezó a apestar aquí adentro – ¡Es que acaso no piensas detenerte! -
No es primera vez que él y yo hacemos una travesura, pero hoy marcamos nuestra vida con sangre ajena.
A él lo conocí en la escuela cuando tenía 10 años, tomó mi borrador y lo lanzó a la cabeza de la profesora, no podía parar de reír aunque esta se apagó cuando me acusaron a mí de lanzarlo, ya que el borrador tenía mi nombre y recibí el castigo. A pesar de esto nos hicimos buenos amigos, el único que he tenido diría, ya que todos los demás niños siempre me han visto como un raro pero como me decía mi mamá, mejor solo que mal acompañado.
Tok, tok, ya calla ese reloj, rómpelo, has algo por dios, me vuelve loco, casi tanto como me volvía ella y mira donde termino, así que ¡cállalo!

Si quieres callarlo cállalo tú por un demonio yo tengo mejores cosas en que pensar, como que hacer con esta pila de carne.
Recuerdo nuestro primer cadáver, fue una paloma cuando teníamos 15 años, estábamos en el parque y te decía lo detestables que son las aves, como estas nos presumen su vuelo, su libertad, tu y yo atados a una familia de mierda, a una escuela que parecía purgatorio, que vida de asco, que libertad teníamos más que la de ir al parque. ¡Mátala! Te grite mil veces hasta que lo hiciste, aun admiro tu habilidad y puntería con rocas. Después no sabías que hacer corrías por todas partes desesperado como siempre con el tiempo, decías que no se demorarán mas de mil ni se cuentitos segundos, tú y tus malditos segundos me desesperan tanto. Al final te dije que lo que debíamos hacer es cavar un agujero y quemarlo ahí adentro y luego de quemarlo cubrirlo. Tú y tu estúpida conciencia me obligaron a plantar un arbolito allí unos meses después. Ahora cuantos arboles querrás que plante.

Tok,…, tok,…, al fin callaste el maldito reloj, tenias razón ahí se puede pensar mejor, llevemos rápido el cuerpo lejos para quemarlo y enterrarlo así jamás sabrán que paso.
Sigo escuchando al maldito reloj, toktoktok, es más rápido, me desespera el maldito ruido. ¡¡Ah!! Está bien solo carguémosla con cuidado está sangrando mucho y no quiero manchar mas mi ropa. Ya perdí unos finos zapatos por esta sangre.
Debería agradecerte, por ti la sangre me parece algo tan normal, recuerdo la primera vez que nos manchamos así, fue a los veintiocho, con el perro del vecino.

A Don Osvaldo jamás le agradamos, siempre amenazaba a la gente que si se acercaba a su casa soltaría a sus perros, pero a nosotros nos decía que solo con vernos le daban ganas de soltarlos. Un día cruzando frente a su caza soltó a su perro Fernando, un pastor alemán, para que nos persiga. Corrimos lo más rápido que pudimos, lo que hizo que el perro nos alcance en seis segundos y medio, su mordida la sentí en mi brazo derecho, le tomo menos de 2 segundos en perforar mi carne y más de ochenta y siete en soltarme. De no ser por unos vecinos que me ayudaron, Fernando se hubiese almorzado mi brazo.
La siguiente noche cobraríamos mi venganza, colocaría vidrio molido en la comida de ese perro, fue una gran idea, yo había pensado en romperle un vidrio a Don Osvaldo, pero el logro convencerme que no podía pagar un precio tan bajo, y me convenció de esto.

Al caer la noche trepamos las paredes que daban a las jaulas de los perros y colocamos carne con vidrio molido en el plato de Fernando. Vimos como se lo comía con mucho gusto y unas horas después como moría con sus intestinos cortados, desangrándose internamente. Ese momento se apodero algo de mí, no me bastaba verlo ahí muriendo, así que lo levantamos con una cuerda y lo colgamos en la puerta de Don Osvaldo cuando lo amarramos y levantamos nuestras ropas se tornaron rojas, era un hermoso tono vino que nos cubrió.
Lo último que supimos es que Don Osvaldo es que entro en depresión y lo llevaron a ni sé dónde.
Toktoktok, toktoktok, ya la subimos al auto, ahora debemos limpiar todo esto pero como, toktoktok, toktoktok, maldito reloj cállate que no puedo pensar.
Deja de gritarle a tu estúpido reloj imaginario, haces que yo empiece a escucharlos también. Toma su topa limpia con eso y lo quemaremos también, así podremos decir que fue de viaje a algún pueblo y no sabemos cuándo volverá.
 Limpia rápido no tenemos tiempo que perder no quiero que salga el sol y aun estemos cerca de esta casa.  

Quiero huir rápido de aquí no como esa vez cuando teníamos cuarentaiuno, la primera vez que creímos matar a alguien, fue tan gracioso.
Tu compañero de trabajo, el Villacres, el pobre idiota, lame culos del jefe, pasa cafés, parecía su secretaria, o un títere por que hasta la mano la tenia metida en su trasero. Era tan despreciable su actitud, traicionando a sus compañeros y adulando las autoridades. Ese día especial recuerdo, fue la fiesta por el aniversario de la compañía, ya debieron ser pasado las doce de la noche y la gente había tomado bastante. Descubrimos ese día que el idiota del Villacres no solo eres despreciable pero un morboso, intentando cortejar de las formas más vulgares a todas, incluso a las casadas.

Le dijiste que se calme y mejor que vaya a su casa, pero no hizo caso y en vez de eso empezó a insultarnos, a decirnos los más pobres y patéticos insultos, no te importaban las palabras hasta que intento golpearte, en ese momento lo tomamos por sorpresa y atacamos, golpe tras golpe, el atacaba sin sentido por su borrachera, nosotros aun cuerdos le propinamos una buena paliza, sentí en un par de golpes como mis nudillos rompieron un par de huesos, el frenesí de la pelea y la sangre nos invadió tanto que creímos haberlo matado viéndolo inmóvil en el suelo sin rastro de vida en sus ojos y parecía sin respiración.
Reaccionamos inmediatamente, corrimos fuera del lugar tomamos el auto y huimos lo más lejos que podíamos.
De no ser porque tu secretaria que nos contacto a los cuatro días para avisarnos que está vivo y no presentara cargos, nosotros seguiríamos escondidos o quizá ya no estuviésemos ni siquiera en este continente.
Toktoktoktoktoktok, ya no puedo más con este reloj, apenas y puedo conducir. Aquí estará bien ya estamos lejos de la ciudad, hay que tener cuidado con que no se vea fuego. Toktoktoktoktoktok debemos hacerlo más rápido nos estamos tardando tres, nueve, dos, no se no puedo calcular los segundos con un reloj tan estropeado, solo apresuremos a quemarlo todo.

Toktoktoktoktoktok, Toktoktok, toktoktok, toktok, toktok, tok, tok, tok, tok, precioso fuego, maldito reloj.
Tok, tok, tok, aquí se acaba todo, hice todo lo que pudimos, pero jamás te perdonaremos por no heredarme ese reloj. Jamás pude tocarlo y cumpliremos con tus deseos, ese reloj no será mío pero tampoco de nadie más, se pudrirá con todas las demás cosas en esa casa vieja.
Y para que siempre lo recuerdes plantaremos aquí un Nogal.
 



8 comentarios:

  1. por lo visto la comunicacion no solo puede recaer en el ambito informativo, cuentos con tintes de realidad y ficcion pueden comunicar incluso mucho mas que una noticia cotidiana... saludos

    ResponderBorrar
  2. Wl tiempo siempre es importante para las personas

    ResponderBorrar
  3. En realidad el cuento te hace desesperar, porque así es el tiempo, siempre causando problemas.

    ResponderBorrar
  4. exelente Jus esto siempre fue lo tuyo, explotalo al maximo...

    ResponderBorrar